Cuando uno viaja y conoce otras realidades distintas a las que está acostumbrado, es precisamente en ese momento cuando nos damos cuenta de que las cosas no son ni blancas ni negras; son como son, ni más ni menos. Y el quiz de la cuestión está en saber adaptarse a la nueva situación, fluir sin resistirse, modificando nuestras creencias y comportamientos para que se convierta en una auténtica experiencia en la que el nuevo aprendizaje nos haga mejores personas y profesionales.
Desde que llegué a México me encuentro día a día con cosas completamente nuevas; situaciones y comportamientos que distan mucho del carácter occidental, tanto en el trabajo como fuera de él. Podría decir que 'todo' es diferente, aunque no me esperaba otra cosa. Y esa diferencia provoca desde el primer momento una 'necesidad' por comparar con mi situación en España. Que si esto es diferente, que si aquello parece 'raro', que si...
Y me doy cuenta que las comparaciones, aunque sin duda alguna son normales cuando uno cambia de país, no ayudan en nada, al menos de forma práctica. Aquí en México la gente es como es, la cultura es la que hay, el ritmo es distinto, y las dinámicas no cambiarán por mucho que uno pueda querer. Quiero decir con esto que el gran aprendizaje cuando se viaja al extranjero a trabajar, es tener la fantástica posibilidad de adaptarse a una cultura distinta, a una forma diferente de hacer las cosas. No pretendo con ello el cambiar mi esencia, ni siquiera reducir mis niveles de autoexigencia; simplemente se trata de modificar las creencias que he podido mantener durante muchos años, adaptándolas a una realidad distinta como es la que estoy conociendo.
Porque nuestras creencias son en realidad relativas. Están condicionadas por la cultura y el escenario en el que nos solemos mover. Aquí se crean estereotipos, creencias, prejuicios, ... Todo ello conforma nuestra forma de actuar, la cual está condicionada por el contexto en el que nos encontramos. En cambio, cuando conocemos 'realidades' distintas, parece que todo se nos viene abajo; nos obliga a salir de nuestra 'área cómoda', y empezar a actuar de forma distinta.
Y la facilidad y rapidez con la que nos adaptemos a esas nuevas situaciones, es precisamente la clave de la cuestión. El resistirse, el luchar contra lo que desconocemos (y probablemente que no queremos conocer...), no hace sino bloquearnos e impedir que avancemos, al menos en la dirección correcta.
Porque ese cambio, en definitiva, nos permite evolucionar nuestra marca personal, convirtiéndonos en mejores personas y profesionales.
Si te ha gustado esta entrada, te agradezco que la puedas compartir en tus redes.
Hasta mañana.
Fuente imagen CC: Roberto Cacho Toca
No hay comentarios:
Publicar un comentario